viernes, 18 de diciembre de 2009

ANTE LA CUMBRE MUNDIAL SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO CELEBRADA EN COPENHAGUE

Entre los días 7 y 18 de diciembre, más de 40 líderes políticos del mundo capitalista se reunirán en Copenha­gue (Dinamarca), para hablar del cambio climático. La cumbre de Copenhague pretende retomar los acuerdos de Kyoto, pero con objetivos menos ambiciosos.

Nuevamente, escucharemos hablar de reducción de ga­ses de efecto invernadero y energías verdes pero, pro­bablemente, sin ningún acuerdo vinculante. En cualquier caso -exista acuerdo o no- no deja de resultar paradójico que el mismo sistema que destruye el Medio Ambiente, quiera proyectarse como su salvador.

La realidad es que no hay país del mundo capitalista donde se proteja el Medio Ambiente. La lógica dominan­te bajo este sistema es la del máximo beneficio económi­co.

El auténtico problema con el Medio Ambiente no es una cuestión principalmente de ética, sino fundamental­mente de intereses económicos. Por eso, los comunistas no creemos que las soluciones estén únicamente en generalizar una conciencia ecologista, sino en un cambio completo de modelo económico, enfrentado al capitalis­mo.

Esto, que para los revolucionarios es una obviedad, no es algo sencillo de entender para todo el mundo, incluyendo a determinadas sensibilidades ecologistas. Efectivamente, el capitalismo ha desarrollado toda una campaña propagandística centrada en la energía verde. ¿Puede ser el capitalismo “verde”? De ninguna manera.

La diferenciación entre “energía limpia” y “energía sucia” abre la posibilidad a muchas empresas de invertir en un mercado virgen. La “energía verde” en realidad esconde el negocio de multiplicar las capacidades productivas instaladas -de forma innecesaria-, no en función de las necesidades reales de consumo energético, sino en función de cómo se produce esa electricidad: si de forma “verde” o no.

En realidad, toda producción de energía tiene un impacto medioambiental, incluyendo la eólica (sobre la migra­ción de las aves, sobre el paisaje), la solar (sobre todo, cuando se transforman terrenos de cultivo en grandes parques solares, con cables de alta tensión y transforma­dores) o la hidráulica (construcción de grandes presas).

La clave no está únicamente en encontrar formas más limpias de producir, sino en reducir el consumo y romper el mito de que el ser humano tiene necesidades crecien­tes de energía y bienes de consumo. Esta necesidad no es del ser humano, sino del capitalismo depredador, que necesita mercantilizar todo y que sale ganando cuando el consumo es más elevado.

En el Estado Español, tras la construcción, la energía es la próxima burbuja especulativa, muy ligada a la cons­trucción de infraestructuras, como el Tren de Alta Veloci­dad. De hecho, en los últimos 8 años, la producción de la industria pesada apenas han crecido un 2’4%, los bienes de consumo un 0’9%, pero la energía ha crecido en un espectacular 18’4%. Esto es una consecuencia de la liberalización de la energía y da una idea del carácter de la economía capitalista española: un modelo parasitario y dependiente de los grandes chollos.

Sin embargo, la liberalización del sector eléctrico no se dio a nivel estatal, sino europeo. Es parte de la política monopolística de la Unión Europea, una alianza supraes­tatal del capital y para el capital.

Los comunistas de CJC y PCPE, ante la cumbre de Co­penhague, decimos:

1) Que ninguna reunión de líderes del capitalismo podrá poner fin a la destrucción masiva del Medio Ambiente.

2) Que la destrucción del Medio Ambiente no es una consecuencia necesaria de la Economía moderna, sino únicamente del modelo capitalista. Es posible otro modo de sociedad, que combine desarrollo económico y Medio Ambiente.

3) Que para combinarlo, es necesario atacar el origen de la actual destrucción del Medio Ambiente, que no es otro que los intereses económicos dominantes de esta sociedad. Para ello, es imprescindible cuestionar la base de esos intereses económicos: la propiedad privada de los medios de producción.

4) No puede haber un verdadero ecologismo, si no se cuestiona la base económica del capitalismo. No puede haber socialismo, sin un cambio radical en relación al Medio Ambiente. Lo que está en juego, como dijo Fidel Castro cuando reflexionaba sobre un desarrollo que respete el Medio Ambiente, es la supervivencia del ser humano.

Partido Comunista de los Pueblos de España.


Colectivos de Jóvenes Comunistas.